El presente texto fue leído en Mérida Yucatán,
durante el verano del 2013, durante la presentación del libro.
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Con
todo lo que el autor, mi querido Marco Antonio Murillo tiene de joven, hoy, al
presentar su Muerte de Catulo, estoy
presentando un libro de poesía antigua,
centenaria, milenaria. Presento un libro cuya originalidad radica, como dijo
Gaudí, en volver a los orígenes. Distinto de otros jóvenes que buscan en el
gesto iconoclasta y alientos de novedad,
la voz de Marco Antonio Murillo ha buscado avanzar mirando hacia atrás.
Ha pretendido, y lo ha logrado venturosamente, establecer un diálogo que va, ni
más ni menos, que a los inicios de la poesía en occidente, para dar cuenta con
su diálogo con Catulo y con otros que han dialogado con ese poeta latino, de un
hecho sencillo: la poesía ha variado poco sus temas.
Pero
quiero ser más específico al hablar de este libro, que es el motivo de la
fiesta que nos reúne (el nacimiento de un buen libro de poemas, que en este
caso es también el acta de nacimiento de un poeta) y decir que ha sido logrado
con una economía verbal, y por tanto con una precisión que es poco recurrida en
la poesía mexicana, tan gustosa de la retórica, del ornato, del oropel. La voz
de Marco Murillo se nos revela en poemas cuyo significado primero es accesible
al lector, y cuyas palabras no buscan el lucimiento ni el encantamiento sonoro,
sino la transmisión de un mensaje que al mismo tiempo habla de amor y de la
propia escritura.
Como
lo hizo el primer Catulo, el de Marco Murillo es un libro que habla, sobre
todo, de la propia escritura poética. El amor y el desamor de Lesbia, mujer de
muchos nombres y maneras en el libro, es el motor pero también el pretexto para
hablar no solamente de la poesía sino del habitar poético del mundo, y ese
habitar es humano: no existe el pararrayos celeste de Darío, el pequeño dios de
Huidobro, ni el Albatroz majestuosamente inútil de Baudelaire, sino un poeta
que, fuera del poema, se nos revela patético (Marco ha rescatado el mismo
Catulo que rescata Bonifaz, uno de sus autores más estimados Pp 16). Así, el
poeta no es sino un humano como todos los otros, o quizá peor: es un humano que
puede cantar cómo se vive la frustración de ser menos feliz que todos los
otros.
Este
libro que es un libro de amor no es un libro de amor, sino un libro que se
disfraza de retórica amorosa para ser un tratado acerca de la escritura misma.
Pero ojo: es un libro en que se toma partido. En él, el poeta se declara eso,
poeta antes que nada. Incluso antes que amante o que hombre.
Es, por ello, lo entiendo muy claro pensando que es además la obra
primera de Marco, una suerte de arte
poética, de declaración de principios, y de Carta de presentación. Muerte
de Catulo es la manera en que Marco Antonio Murillo nos muestra cómo, ahora,
entiende su papel en el mundo. Es su manera de decir: yo soy poeta, y no
solamente eso: soy un poeta viejo, porque soy Catulo y soy todos los que vienen
luego de Catulo. Soy un momento del concierto poético universal.
Celebro
este acto de conciencia y de toma de postura, y por ello digo, como al
principio, que hoy nos reúne la obra de un poeta no joven, sino milenario.
Felicidades, Catulo. Felicidades, Marco Antonio.