Entro a un café de Cincinnati, muy cerca de mi casa, y un
desconocido me saluda desde lejos, con mucha familiaridad. Le correspondo
igual, con entusiasmo. Tomo una mesa
lejos de él. Su rostro me parece conocido pero me es imposible saber dónde lo
he visto antes. Pido, como siempre, un té de menta. Sigo tratando de recordar
dónde he visto al desconocido, que de nuevo me saluda. Noto en sus gestos que
él tampoco tiene claro quién soy yo. Los dos estamos, ahora mismo, seguros de
habernos visto antes—quizá, incluso, hemos platicado— pero no recordamos las
circunstancias de ese primer encuentro. Pasan unos minutos y el monitor apagado
de un televisor obsoleto, una curiosidad del café lleno de objetos al que
habitualmente vengo, me da la probable respuesta: ese hombre –que puede ser de
India, Bangladesh o Pakistán, que puede ser de muchos sitios—se parece a mí.
Nuestro reflejo de todos los días, creo, ha causado la confusión amistosa.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
"Los disfraces del fuego" tiene segunda edición, ahora en Ecuador
Queridos amigos, me alegra mucho decirles que mi libro “Los disfraces del fuego”, que fue publicado en México hace uños años y ahora está ...
-
I carry your heart E.E. Cummings i carry your heart with me (i carry it in my heart) i am never witho...
-
I La poesía como asunto íntimo Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos… Gilberto Owen ...
-
Tomado de Carruaje de pájaros Un amigo me ha pedido que le explique lo que es una metáfora. Al hacerlo he caído en cuenta de q...
No comments:
Post a Comment