Tomado de Blog Indieo
Hablo ahora de un breve libro de epigramas con tema social. No me parece exagerado decir que en México ambas cosas, el epigrama y el poema social, han sido abusadas hasta el aburrimiento, casi siempre confundiendo el poema social con el panfleto, y el epigrama con la ocurrencia, el chiste fácil, y que cada vez que aparece un buen ejemplo de uno u otro, ese ejemplo es una excepción. Por ello creo notable la aparición de Filipo contra los persas (2012), libro inteligente y bien hecho, certeramente escrito en clave alegórica:“Estos epigramas están inspirados en la figura de Marco Julio Filipo, o Filipo el Árabe (c 204-249) emperador romano (244-249) quien, como militar, se distinguió en la campaña contra los persas”.
No pasan siquiera dos páginas, y el
lector puede ya inferir con seguridad que tiene en las manos o en el
monitor un libro que, al hablar de Marco Julio Filipo y su campaña
contra los persas, está en realidad hablando del expresidente mexicano
Felipe Calderón y su guerra contra el narco. No por ello, de nuevo, el
texto desmerece. Escrito agudamente no deja de ser poesía e
inteligencia. El primer poema deja claro el carácter de Filipo y sus
contrincantes:
Envalentonado con el vino del elogio
que le dan sus lambiscones,el César apocado la ha emprendido
en contra de los persas, del opio traficantes.
Los persas, no muy dados a la risa,
están que se mean a carcajadas.
El libro continúa y son varios los momentos en que puede, nítidamente, reconocerse cómo la realidad próxima construye la realidad ficticia de la que el texto declara partir:
Por demostrar que no le temen al Imperio,
los persas regaron de Cadáveres
la Via Apia.
Fue, por cierto, un espectáculo grotesco.
Igual que el del procónsul
que quiso serenarnos declarando
que de los muertos ninguno era romano.
La violencia desatada en el estado de
guerra que el libro narra y critica, no es atenuada nunca, no es
disfrazada. El hablante lírico no teme en burlarse de la megalomanía de
Filipo, de sus ansias de tirano, de su manera de ser un asesino
disfrazado de su propio monumento al valor. Los poemas, poco a poco,
muestran siempre un nuevo aspecto de la violencia y actitud del
gobernante. Todo ello, con pocas y justas palabras.
Otra cosa es importante al hablar de este
libro: la fortuna de su factura material. Sin ser particularmente
ostentoso, el amargo sentido del humor de Filipo contra los persas trasciende
lo escrito y nos entrega poemas que poco a poco van transformando en
roja su tinta negra, al tiempo que las páginas se van manchando de
sangre. El formato de este pequeño volumen se corresponde,
completamente, con su significado.
Dicho lo anterior, quiero romper una lanza por las llamadas plaquettes,
consideradas un intento menor en un país que, a pesar de la miseria
social descrita por Víctor Cabrera, tiene al libro como objeto central
del canon literario, y a la clase poética acostumbrada a la publicación
de libros, de muchos libros. Filipo contra los persas tiene la
extensión que necesita. Es un texto preciso y cuidado que no hubiera
sido ganador de ningún concurso de poesía por la arbitrariedad del
número de páginas que éstos requieren. Celebro, mucho, que su autor no
haya forzado la estructura de su libro, llenándolo de paja para que
tuviera el formato que se ha vuelto tradicional en nuestra
institucionalizada poesía.
Y me detengo en ese adjetivo, institucionalizada,
para terminar este breve comentario invitando al lector a pensar acerca
de los libros que se escriben con apoyos del Estado, mientras le
entrego el poema que cierra Filipo contra los persas, en que se hace una declaración pertinente como pocas:
Dices, César, de mí,
que soy ingrato e insolente
porque lanzo contra ti estos dardos que lees envenenados
a pesar del estipendio que por hacerlos recibo del Imperio.
Lo dices, César, como si
de tu talega salieran los sestercios
y no de los tributos
que esquilmas a Cinna el músico
y a Gayo el tabernero
a Flaco el constructor
y al bardo Quintiliano
a la ramera Gala
y a Elio el abogado
al peluquero Pantagato
y a Pompulo el escritor
a Cosmo el maquillista,
a la espantosa Basa
y a mi mujer Licoris,
a Tulio, que perdió tres hijos en tus guerras.
Filipo, como ves,
mis versos sólo buscan
hacer justicia a sus mecenas.
En general, quiero decir que Filipo contra los persas es un texto que debe ser leído por verdadero y por bien hecho. No creo exagerar si digo que es, ahora, una necesaria lectura.
El texto completo puede ser leído gratuitamente en este link.
No comments:
Post a Comment