Esta historia la
he contado varias veces: en abril de 2018, pocas horas después de ver por
primera vez el rostro de mi hija (todavía estaba en el hospital), recibí una
llamada de la oficina del alcalde de la ciudad, diciéndome que mi nombramiento
como Poeta Laureado de Cincinnati era ahora público y oficial. Con esos dos
acontecimientos juntos, tal fue el día más importante de mi vida.
Los primeros
meses del nombramiento los enfrenté al mismo tiempo que conocía mi paternidad.
Di varias lecturas y organicé muchos eventos mientras sostenía a mi hija en mis
brazos. Fueron tiempos felices, maravillosamente llenos de compromisos y
ocupaciones.
Pero no debo
olvidar decirles que, en ese entonces, yo no era ciudadano estadounidense: era
ciudadano mexicano y vivía, como lo hacen muchos, con una Green Card en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, era el Poeta
Laureado de Cincinnati en una época de retórica extremadamente antimexicana, proveniente
del más alto cargo en la política estadounidense. Leí y escuché cómo los
mexicanos éramos retratados e insultados. Leí las noticias sobre niños en la
frontera con mi hija en los brazos. Era imposible no tomármelo como algo
personal. A menudo estuve triste, enojado, y asustado.
Sin embargo,
traté de mantener la dignidad del puesto de Poeta Laureado y usé mi voz y mi
influencia para fomentar la creación de un sentimiento de comunidad, y para igual fomentar el
entendimiento humano dentro de la ciudad. Organicé una serie mensual de
lecturas de poesía llamada "Todo lo que tenemos en común", en la que
personas de todos los ámbitos de la vida podían hablar sobre un tema central
(amor, pertenencia, el concepto de hogar...). Estas lecturas fueron llevadas a
cabo en espacios no tradicionales: organizaciones sin fines de lucro, una lavandería pública, una escuela culinaria...
Nunca fui (no es
mi estilo) políticamente beligerante. Aun así, estaba entonces —como lo estoy ahora—
plenamente consciente de las implicaciones políticas de leer mis poemas en
inglés y español, mientras igualmente hablaba sobre la importancia del amor, la paternidad
y el diálogo, durante un momento muy políticamente volátil. No rehuí de mi
propia identidad, ni del amor que tengo por una ciudad que es mi hogar, y un
país que ahora es otra patria mía.
Lamentablemente,
en 2019 me informaron que el programa Poeta Laureado de Cincinnati, después de
solo dos poetas, ya no tenía patrocinadores y, por lo tanto, se suspendería
para siempre. No estaba listo para permitir que eso sucediera y, siguiendo el
consejo de Pauletta Hansel, decidí iniciar el diálogo entre la Ciudad (el ayuntamiento) de
Cincinnati y la Biblioteca Mercantil, con la esperanza de mantener vivo el
programa. Fue un año muy largo, lleno de esperanza de salvar el programa y
también lleno de frustraciones.
Al final de mi periodo en 2020, el futuro del programa no había logrado salvarse, y llegó la pandemia.
Todas las tensiones políticas se agudizaron aún más: la elección presidencial y
las numerosas protestas sociales provocadas por el asesinato de George Floyd,
definieron el clima social de todo el país. Comprensiblemente, el programa de
poetas laureados no era una prioridad para ninguna institución.
Era hora de
esperar. Como todos, yo tenía que protegerme a mí, y a mi familia.
Empecé a llamarme
"Poeta Laureado Emérito" en diciembre de 2020 y estaba decidido a no
ser el último Poeta Laureado de Cincinnati. Pedí ayuda a amigos, y el diálogo
entre la Biblioteca Mercantil y el Ayuntamiento de la ciudad continuó. A fines de 2021, después de muchos
meses de esperanza y espera (yo ya no formaba parte del diálogo), el programa
Poeta Laureado de Cincinnati, ya con el apoyo oficial de biblioteca Mercantil,
tenía un nuevo comité de selección (fui parte de ello), una convocatoria oficial, y un
plan para el futuro. Yo no tenía energía para ponerme feliz, pero estaba
aliviado. Sin embargo, tenía mis propias razones para celebrar: me convertí en
ciudadano americano por aquellas fechas.
La semana pasada,
otra poeta bicultural, mi admirada amiga Yalie Kamara, fue investida como la nueva Poeta Laureada de Cincinnati. Su nombramiento me hace feliz y me da esperanza en el futuro del Programa de Poetas Laureados de Cincinnati y de la ciudad misma. Yalie es una poeta honesta y fuerte. Siendo una
escritora sierraleonesa-americana, conoce la importancia y la dificultad
de usar la belleza para defender y nutrir la dignidad de cada individuo. Yalie
es una poeta verdadera, y un gran ser humano.
Amigos de
Cincinnati: esta no es una carta de despedida, sino una nota de agradecimiento para esta hermosa ciudad.
No me voy a ningún lado, y seguiré usando la poesía para unir a la gente.
Desde el fondo de
mi corazón, gracias por su apoyo, amistades y amabilidad.
Los quiero.
Nosotros, todos,
pertenecemos.