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Hacia una posible explicación del amor
La niña que tú fuiste me saluda
desde el fondo
de tus 30 años
y el niño que
yo fui
le corresponde,
emocionado.
Amar es
descuidarse
y dejar que los
niños que hemos sido
salgan a jugar
juntos
y que luego
regresen
felices y
sucios
a mostrarnos
hojas
y piedras
únicas.
El niño que yo
fui
quiere salir al
patio de la casa
en la que
fuiste niña
y jugar en la
lluvia contigo.
A veces,
mientras
caminamos juntos
ellos también
se toman de la
mano.
(De Lo que
se irá)
Una mujer y un hombre que se besan sin que nadie (ni
siquiera ellos) sepa de su amor, viven en el mismo edificio. Ella arriba, él
abajo. A veces, a las dos de la mañana, ella baja un piso y entra sin tocar. A
veces sube él.
Una mujer y
un hombre que se aman sin que nadie sepa de sus besos viven, a veces, en el
mismo edificio. También a veces, a las dos de la mañana, sueñan el mismo sueño
del insomnio y se preguntan si, abajo o arriba, el otro está dormido.
Una mujer y
un hombre que viven, a veces, en el mismo edificio, se aman y besan sin que lo
sepa nadie. A las dos de la mañana, en sueños, uno piensa en subir y otro en
bajar un piso. Se ven en la escalera.
A veces, en
la escalera que a las dos de la mañana une el insomnio con el sueño, una mujer
y un hombre que viven en el mismo edificio se besan sin que lo sepa nadie.
A veces, en
el mismo edificio, una mujer y un hombre sueñan besos y culpan al insomnio que
palpita en la escalera. No saben de su amor.
(De Cincinnati, historia personal)
Son
Odio a
todos los que aman
y que
felices están.
Héctor
Lavoe, Qué lio
Borracho del aroma
que dejaste así, tan sin dolerte,
rodeado de
cajones, de pedazos de mi casa
a los que ya no
acudo
porque allí se
esconde
lo más bello de
tus frutos
arrinconado en mí
herido de
aguardiente
odio a todos los que aman
y que felices están
y voy, en
ebriedad tranquila
a restregarles
en la cara mi desprecio
porque yo
no puedo tener
ni amor ni casa
mía
y porque vengo
a darle un
trago
a mi deseo
y a cantar, en
soledad tranquila
que no le tengo
miedo
a recordarte.
(De Cincinnati, historia personal)
Mirándola dormir
He leído en tu oreja que la recta no existe
Gilberto Owen
Como esta voz,
mi lengua
busca el laberinto de tu oreja
y yo te escribo y sé muy bien
que hay algo —hay un lugar— más bello
que tu vientre
aunque jamás lo he visto.
En cambio se
revelan
—entrega de la espuma, oseznos de la luz—
tus pies de pan de dulce.
Y no saber el cómo apareciste, no haber vivido
en el momento que tu espalda fue la rosa, abierta luz
de lo que significas.
Afuera escucho
algo.
Afuera del poema
algo te dice un canto
más hermoso que la piel
pero también más vivo: una caricia: lengua bajo lengua,
sonido bajo letra
en acto de buscarte.
¿En qué momento
me has atravesado? ¿Cuándo
tu luz—incendio, llamarada—se clavó en mi pecho?
Hoy puedo hacer
un verso en que no mueras nunca.
Un cáliz, un
jarrón, un algo que contenga
vino enloquecido, danza, fruta
lenta
carne en movimiento
para entrar en otra carne.
Creyente de tu
forma, en mi oración
he decidido no ceder al verbo de tu ombligo, a la floresta
del verano en tus pezones, a todos tus aromas.
Hoy no quiero
morir: No quiero ver el río
que se duerme en tus muñecas. No quiero andar
la forma en que te extiendes de tu piel hasta la piel
de todo lo que existe.
Árbol de mí,
estoy llegando a tu región más fértil.
(De Cuaderno de los sueños)
[Yo] que me niego a reconocer los hechos…
Rafael Cadenas, Derrota
Yo
que me enamoro de mujeres inauditas
que comprendo más que nadie a
los que lloran en los aeropuertos
que he visto ya todos los rostros del
amor cuando se marcha
que he dicho “para siempre” y he soltado sus manos
que todavía sostengo que el amor existe
que he sido amado, odiado y olvidado por la mujer más justa
que me rio de mí
que soy el “ pasará’” , “ no es mi intención”, “ todo es mi
culpa”
que aún creo en la esperanza
que lucho por tener una sonrisa presentable
que a veces compadezco a quien espera algo de mí
que no merezco nada
que escribo de vergüenza
que llego a mis poemas como quien se cae
me levantaré del polvo para decir tu
nombre
y sonreír con expresión de enfermo, todavía.
(De Traducir el silencio)