Decir lo ajeno
Somos los hombres sin nieve
nacidos entre tormentas caniculares,
con las casas abiertas de par en par
y las retinas contraídas
frente al motín incesante de los colores.
nacidos entre tormentas caniculares,
con las casas abiertas de par en par
y las retinas contraídas
frente al motín incesante de los colores.
Eugenio Montejo
I
No es mía la blancura
que hay fuera de la página.
Acostumbrado al mar, no puedo comprender
ese cristal que vuelve al árbol reverente,
que torna delicada su genuflexión glaciar.
El suelo me encandila, y sin embargo
voy dejando huella
sobre un plano que observo
con ojos asombrados.
Hoy mienten los caminos, finge su aliento
el agua detenida que va quedando aquí
sobre lo níveo que —parece— lo soporta todo
y en verdad, como cualquier belleza
todo absorbe y consume:
Hoy no he podido doblegar a la blancura.
II
…ni escribir la transparencia. Mis herramientas
no han podido comprender el árbol de cristal, su sombra que es de luz
ni su capacidad de sepultarme en hermosura, de lapidarme
en su fragilidad.
III
Alma tranquila, horma, dura vena,
molde interior de la escultura de sí mismo
el árbol sigue allí,
gotea.
Se va tornando cada vez más árbol.
Todo nos dice que la eternidad se acaba
y el silencio sigue allí,
cayendo.
Cincinnati, OH Enero del 2009
Nueva
nieve
A partir de los Poemas de la lluvia, de Gastón Baquero
I
Una
mujer me habla mientras cae la nieve.
Habla
mientras la nieve deja su más puro silencio.
Se oye el milagro de que su aliento sea
más silencioso que el aliento de la nieve.
Se oye el milagro de que su aliento sea
más silencioso que el aliento de la nieve.
Cercano canta un pájaro inaudible
otro se aleja
dejando abajo el blanco más profundo.
Más silencioso que aliento de mujer
lento aletea el aliento de la nieve.
II
Sube, baja
se confunde
gira de pronto
y va contra sí misma.
Ni arena ni llovizna
debo decir que juega.
No viene al caso la palabra danza.
III
Como las aves las ventanas
se asoman a la nieve.
Niegan asombro
y se abren como párpado,
se entregan como alas.
IV
¿Pero qué calma es ésta
que contemplo en calma todavía,
esta sorpresa que se continúa
todavía en la sorpresa hundido?
¿Pero qué rosa es ésta inmarcesible
naciendo en el momento de su desaparición?
Cincinnati
OH, Febrero y 2010
Homeless
También es nieve la que cae
en el muñón del limosnero, en la vacía
cuenca de su ojo.
Opaca, desdentada blancura
a la mitad del rostro
va burlando
el rostro de la nieve.
Desde su aliento
el cuerpo encima del muñón
rehace una guerra en un lugar distinto
en que jamás se ha visto una blancura
más quemante que la flama de napalm.
No sé si el hombre ha sido un homicida.
En su muñón, en el vacío del ojo
se ha atorado inútil, fría
la belleza.
Coda
Nunca nada que
ilumine fue tan frío. El cuerpo no comprende. La nieve
es toda su contradicción, es la belleza: una manera de lo espiritual que llega
por el cuerpo y lo somete. Por eso puede herir, matar al cuerpo. La nieve, como el fuego, es belleza letal. Por eso da un
calor que es de otro mundo, una certera calidez para las almas. El cuerpo no
comprende. La nieve, la belleza y la poesía son la prueba
más quemante de nuestras limitaciones.
Cincinnati, OH Febrero y 2013
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