Thursday, June 17, 2010

Versar y conversar: Conversaciones con Juan Ramón Jiménez



Ricardo Gullón
Sibila/Fundación BBVA,
Madrid, 2008
Manuel Iris


A caballo entre el diario, el testimonio y el diálogo, y sin ninguna intención más allá de adentrarse en el mundo poético en lengua española por medio de conversaciones apuntadas con la disciplina del memorialista que estudia el poema por amor, lasConversaciones con Juan Ramón Jiménez sostenidas por el maestro Ricardo Gullón entre 1953 y 1955, y ahora bellamente editadas por Sibila/Fundación BBVA en Sevilla, revelan al lector una casi olvidada y no por ello poco importante manera de concebir tanto la labor del poeta como el papel mismo de la poesía en la sociedad, encarnadas en la figura del entonces futuro premio Nobel español.

Con tono personalísimo, íntimo, como plática entre amigos, las Conversaciones revelan las múltiples y reiteradas obsesiones de uno de los poetas fundamentales de nuestra tradición, sin que el acaso involuntario retrato de Juan Ramón Jiménez deje de ser humano: lo vemos enfermo y erudito, viejo y productivo, rodeado de libros, de citas literarias y de mar en Puerto Rico, su última casa.

De la mano de quien fuera uno de los más importantes estudiosos de la poesía española de su momento, el lector entra en contacto con un Juan Ramón seriamente preocupado por su país y su lengua, continuamente al tanto de las revistas de poesía publicadas en España e Hispanoamérica, y de la obra de los poetas jóvenes, que en muchas ocasiones lo buscan. Con la autoridad de su conocimiento, el poeta suele ser un juez tan duro como sabio que lo mismo habla de su relación personal con Rubén Darío que de su creencia de que Manuel Gutiérrez Nájera es un “poeta barato”(sic).
Así, visitando los extremos naturales de una plática entre amigos en que nada es más cierto que la espontaneidad, muchas de las opiniones expresadas por Juan Ramón Jiménez pueden parecer por momentos arbitrarias o polémicas, y no por ello menos geniales y aturdidoras.
Tal es una de las mayores virtudes de este libro: presentar a un poeta mayor que toma partido y defiende su opinión, y con ello dar cuenta de un artista que está siempre dispuesto a proponer una lectura del fenómeno poético, basada no solamente en su intuición sino en su pleno conocimiento de la literatura y su historia, que es la historia humana.
Frente a esto el poeta contemporáneo, tan dado a mostrar lo cuestionable de las estructuras estéticas y sociales, no puede más que detenerse y observar a ese artista de otro orden, acaso ya pasado pero jamás caduco, que no cesa de proponer, de hacer inteligible, se esté de acuerdo con él o no, cierto momento de la poesía en su lengua: Juan Ramón Jiménez no solamente es un poeta, sino despiadado crítico de poesía que no duda un instante en afirmar su opinión, sus ideas tanto estéticas como políticas.
Por ello este libro me parece, además de un saldo de cuentas con varias generaciones de lectores que no han tenido acceso a él —pues ahora estamos frente a la primera reedición luego de cincuenta años de su primera tirada, en 1958—, un llamado de atención al poeta y crítico literario políticamente correcto o encerrado en sí mismo, tan corriente en las tradiciones actuales literarias en lengua española.
No quiero ser malentendido: en las Conversaciones Juan Ramón Jiménez no aparece como un poeta controvertido sino como un hombre de letras que, conociendo los alcances de su abarcadora cultura literaria, señala su opinión sin titubeos, siempre fundamentándola. Por su parte, mostrando una humildad también escasa en muchos estudiosos contemporáneos, Ricardo Gullón se revela como un analista dispuesto a aprender del poeta, a escucharlo no para terminar una tesis o elaborar propuestas teóricas, sino para tener una idea más clara de las palpitaciones de la poesía de su tiempo, pues las concibe como expresión inseparable de las sociedades en que surgen, y que lo involucran. Para Gullón como para Jiménez la poesía no es un fenómeno apartado de ellos mismos ni de la sociedad sino una manera de entender, precisamente, estos dos extremos de la naturaleza humana. Tal es la manera, casi olvidada ya, en que éste libro se acerca a la poesía y al poeta en el mundo: una manera fundamentalmente humana.
La intimidad que sirve de guía conductora del libro llega a ser perturbadora, señalando con ello, tangencialmente, el cambio que nuestra sensibilidad ha tenido en medio siglo. A la mitad del libro, por ejemplo, el narrador-conversador que es Ricardo Gullón llega a confiarle al lector, en la única línea que describe el 5 de febrero de 1954: “Hoy falleció mi padre”, para días más tarde continuar con las conversaciones.
Me detengo aquí para poner la luz en Ricardo Gullón, quien no solamente es interlocutor de Juan Ramón Jiménez, sino un notable hombre de letras, autor de varios libros de intereses tan diversos como la pintura de Goya, la novela inglesa contemporánea o la poesía de Jorge Guillén, al tiempo que fue coordinador de la importante colección de la editorial Taurus llamada El escritor y la crítica, la cual pretendía aportar a investigadores, críticos y lectores en general diversos trabajos aparecidos en distintos idiomas y lugares situando así lo estudiado en un contexto que rebasaba lo estrictamente literario. Gullón dirigió esta colección durante los años setenta y ochenta.
Para quien estudia literaturas hispánicas Ricardo Gullón es una referencia necesaria. Del mismo modo, para quien lee con amor poesía en lengua española el nombre de Juan Ramón Jiménez es ineludible. Nada tiene que ver con estas valoraciones el premio Nobel que obtuvo éste, y el Príncipe de Asturias que obtuvo aquél: hablo de amor al texto como expresión última y primera del hombre.
Además de estas virtudes de sus dos participantes directos, el libro es prologado por el delicado poeta y estudioso chileno Pedro Lastra, quien sitúa la obra en su contexto y presenta, desde la experiencia de amigo, la persona de Ricardo Gullón, allanando el paso para el lector profano.
Tengo la convicción de que este libro debe ser leído por todo lo que, precisamente por no ser nuevo, nos revela: la manera en que ha variado la reflexión del fenómeno poético, y el rostro humano de la lectura. La sola presencia de Juan Ramón Jiménez platicando con Ricardo Gullón funciona como aval irrechazable, y el prólogo de Pedro Lastra hace del libro —elegantemente editado, hay que decirlo, desde sus tapas grises hasta la última de sus 152 páginas— un lujo todavía mayor porque no estamos frente a un libro nuevo, cosa pasajera, sino frente a algo mucho más raro y valioso: un libro trascendente. Celebro con alegría esta decisión de Sibila/Fundación BBVA que ha regresado a los estantes una obra que, si no fuera por ellos, probablemente hubiera caído en el olvido. El libro ya está allí. Ahora el turno pertenece al lector.

Sunday, June 13, 2010

NACIENDO TODOS LOS DÍAS: diálogo con Floriano Martins

Por Manuel Iris


Tomado de: Replicante

Difícil es hablar de los amigos sin ser injustamente duro. Difícil es hablar de quien se admira sin ser injustamente lisonjero. Por ambos motivos, en lugar de hablar de él, me propongo dejar hablar a Floriano Martins.

El presente diálogo es una repetición, ahora sobre el papel, de varias charlas sostenidas en Cincinnati, Ohio, lugar en el que nos conocimos —invitado por el poeta Armando Romero, Floriano fue mi profesor de un curso sobre Vanguardias y Surrealismo en América Latina durante los primeros meses de 2010— y compartimos una gran cantidad de conversaciones que hasta hoy se continúan.

Antes que con su biografía literaria y artística, quiero presentarlo con una anécdota: habiendo visitado la poblada y aleatoria oficina de Armando Romero, llena de ocultos papeles (manuscritos de varios poetas amigos suyos, ejemplares casi únicos de revistas ahora legendarias de todo el continente, libros dedicados por diversos escritores) Floriano se ofreció a ordenarla, y lo hizo hasta el grado de poner en orden alfabético cada uno de los libros. No pude evitar sorprenderme de lo que motivaba su gesto —necesidad de orden, de sistema— y le dije: ¿Por qué te pesa tanto ese desorden, no que eres surrealista? Riéndose contestó: Claro, cabrón. Yo no desordeno, pongo otro orden a las cosas y para eso tienen que estar ordenadas. Además, hay que saber construir lo que se pretende destruir.

Creo que lo anterior da un claro indicio de su talante artístico, su rigurosa fiesta. Por lo demás, sus datos bio-bibliográficos son muchos, pero digo sólo algunos: Nació en Fortaleza, Brasil, en 1957. Poeta, editor, ensayista y traductor, se ha dedicado, en particular, al estudio de la literatura hispanoamericana, sobre todo en su poesía. Dirige el Proyecto Editorial Banda Hispánica. Es coordinador de la colección “Ponte Velha”, de autores de lengua portuguesa, de Escrituras Editora (San Pablo), lo mismo que de la colección “O Começo da Busca”, de las Edições Nephelibata (Santa Catarina). Curador de la Bienal Internacional del Libro del Ceará (2008). Profesor invitado de la Universidad de Cincinatti (Ohio). Fue parte del jurado que concedió en 2009 el premio de poesía de Casa de las Américas al poeta Lêdo Ivo. Crítica sobre su obra, así como entrevistas y textos suyos de poesía o sobre música y plástica se han publicado en Brasil y el extranjero. Sin duda, Martins es una de las figuras más importantes del ambiente cultural brasileño contemporáneo.

Aquí dejo, pues, expuesto este diálogo.

Manuel Iris No es secreto que además de poeta eres también narrador, escritor de letras para canciones populares, ensayista, fotógrafo y creador de collages; ni tampoco se ignora que como apreciador del arte eres apasionado del cine, el jazz y la plástica experimental que se extiende del grafitti hasta el cómic y la novela gráfica. El rango de tus posibilidades creativas y apreciativas es amplísimo, lo que me lleva a preguntarte: ¿Has llegado a ello como resultado de una poética personal, o ha sido tu poética personal un derivado de esta diversidad creativo-contemplativa?

Floriano Martins Mis recuerdos de infancia son un desborde completo en términos de experiencia y contemplación, incluso sin que las dos cosas se separen entre sí. Era como un desafío a la creación. La biblioteca alucinada de mi papá, con sus libros de varios temas y su desorden absoluto. La música distinta que disfrutaban papá y mamá. Los amigos reunidos alrededor de la radio en un primer momento y luego la llegada de la televisión, con la magia de la animación. La colección de fotonovelas de mi mamá con adaptaciones de los clásicos de la literatura, y la colección de cómics de mi papá. Las mañanas de domingo en que mi papá me llevaba al cine. Ahí estaba yo naciendo todos los días, creando íntimamente. Mi mejor manera de expresión eran las copias que hacía, en una mezcla irregular de crayón y pasteles, de algunas portadas de novelas: uno debe siempre comenzar como copista, es lo mejor. Así es que mi infancia me ha dado la primera noción, aunque sea por pura intuición, de algo que luego descubriría a través del surrealismo: la intensa relación entre arte y vida. Pero también en esos misterios es imposible saber quién ha llegado primero, si el huevo o la serpiente.

MI Existen artistas que escriben un solo libro aunque hagan muchos —pensemos en Roberto Juarroz y su Poesía vertical, o en la compacta obra de Pedro Lastra— y otros que cierran cada libro en sí mismo, siendo su obra completa un diario de navegación por distintos senderos —pienso en Eugenio Montejo, por decir alguien. Visto así ¿cómo concibes tu obra? ¿Es una que se expande, o una sumatoria de haceres diferentes?

FM Yo sé que en la creación busco lo que se pueda llamar de pincelada única, según la definición del maestro Shintao. Creo en la seducción del carácter casi mediúnico de la creación, algo que necesita establecer una relación inmediata entre lo que llevamos adentro y lo que está afuera en deseo intenso de comunicación. Pienso en mi obra como una expresión automática de esa búsqueda. Y jamás pienso solamente en libros. Lo que más estimo ahora, por ejemplo, es justamente salir del libro hacia la plástica, la música, el teatro, lo que sea. Lo que no quiere decir que rechazo el objeto libro, que me sigue encantando, pero señala una búsqueda continua de expansión. Siempre la expansión. Los registros muy repetidos de una obra, lo mismo que la confiada obsesión por nuevos registros, son cosas que pueden dañar los secretos de su realización. Hago una distinción entre la repetición y las variaciones sobre el mismo tema. Sinceramente pienso hoy en la poesía del argentino Roberto Juarroz como algo muy aburrido, lo mismo que el brasileño Manuel de Barros. Sobre todo porque me parece que este abuso en la repetición de un mismo registro puede parecer un facilismo, cierta comodidad frente a la creación.

MI Es claro que los artistas actuales, en cualquier género, se esfuerzan por no ser clasificables y consideran un anacronismo la adhesión a cualquier escuela o ideología estética. Frente a ello te revelas surrealista y, queriéndolo o no, actualizas con ello la noción misma de surrealismo, cuya historia conoces mejor que nadie. ¿Por qué identificarse (adherirse, acaso) a una corriente estética en los escépticos tiempos actuales? ¿Cómo llegaste a ello?

FM Tal vez simplemente como una forma de rechazo a lo que llamas escépticos tiempos actuales. Mis primeras afinidades intelectuales con el surrealismo son fruto del descubrimiento de que en Hispanoamérica se hacía una brillante relectura del surrealismo sin que en nada tomásemos eso en cuenta en Brasil, al mismo tiempo en que allí se elegían como piezas de culto los experimentos de lenguaje, ya en la fase de aburrida repetición. Así, sentí la necesidad de ampliar un poco las posibilidades de lectura. Lo que pasa es que nunca en mi vida he pensado en las cosas solamente para mí, los regalos que recibo son parte de mi mundo y tengo la necesidad entrañable de compartirlos con los demás. No importa la forma de conocimiento, tengo siempre que pasarla adelante. Dos segundos después de haber leído al que fue para mí el primer poeta surrealista en español —no estoy seguro, pero creo que fue el peruano César Moro— pienso en traducirlo y publicarlo, que es una forma de compartir. No creo en la clasificación como un anacronismo. En las artes, muchas escuelas tienen todavía un inmenso potencial de aportes que pueden ser valiosos para los artistas de mi tiempo. Por supuesto lo que señalo no tiene que ver con la adhesión a estas escuelas, sino con tener cuidado de los vicios impuestos a los términos. La vigencia del surrealismo, por otro lado, es algo complejo, porque en mucho se parece a la reproducción poco inspirada de inquietudes pasadas. Hay muchísima mala creación (poesía y plástica) ofrecida como surrealismo que es realismo inconsecuente (risas). Yo no sé qué fijación es esa de imponer al surrealismo una falta absoluta de disciplina.

MI Eres un surrealista que hace sonetos y que gusta de Garcilaso. Eres también un poeta brasileño que conoce la tradición poética latinoamericana escrita en español como pocos poetas que nacieron hablando esa lengua. Por supuesto, conoces al dedillo la tradición literaria en lengua portuguesa. En tu poesía puede verse una hermosa mezcla de estas dos tradiciones, y de la música y la plástica de América y Europa. Pregunto entonces: ¿Te asumes como poeta brasileño, poeta en lengua portuguesa, poeta latinoamericano? O bien ¿de dónde, poéticamente, vienes? ¿Acaso importa?

FM (risas) Es que tenemos una idea equivocada del surrealismo, como si fuera una escuela inconsecuente de improvisaciones. La improvisación, al contrario, es algo que requiere un grado intenso de intimidad con la creación. La escritura automática siempre fue el motivo de toda esa mala lectura del surrealismo. Lo que le importa a toda la gente que no gusta del surrealismo es desautorizarlo por el resultado de algunas obras. Por supuesto que en la creación artística lo que importa es el resultado estético. Pero en el surrealismo, como en cualquier otra circunstancia, hay de todo, lo mejor y lo peor, en términos de resultado. Además, hay esa cosa intensa de la relación entre vida y obra que permite que las malas intenciones digan de un tipo que es mal artista por haber sido mala gente. El mismo surrealismo incurrió en eso con la expulsión, en el periodo clásico, de muchos de sus grandes artistas, porque Breton los consideraba mala gente.

”En Brasil Jorge de Lima y el mismo João Cabral de Melo Neto hicieron sonetos surrealistas. El segundo acabó por rechazar todo esto en su primer libro, que tenía el sugestivo título de Piedra de sueño. Yo no comprendo la pelea de los poetas —pienso que es una trampa que se alimenta solamente de los malos poetas— con las formas. El formalismo, así comprendido en su afinidad con el positivismo, se cumple no por el uso de la forma —al final todo es forma, incluso lo informe y dale filosofía de bodega—, sino por su tratamiento, la obsesión en presentar el mundo simplemente reducido a su forma, sin otra esencia que la forma.

”El surrealismo ha tratado de recuperar las otras posibilidades de esencia de la creación, cuya fuente quemante es la vida y la vida percibida en su multiplicidad, gracias a la presencia del individuo. Y aquí recupero el tema de tu pregunta. Vengo de ese magma de la multiplicidad donde ya no importa mi color, credo o nacionalidad. En mi juventud había una colección que se vendía en quioscos, libritos que contaban un poco de la cultura de cada país, acompañados de un disco con la música y unas fichas con recetas de la culinaria de esos países. La colección se llamaba Pueblos y Países. Yo la hice completa y me encantaba conocer la música y la comida de países los más insólitos para mí. La música de Laos, la comida de México. Era riquísimo conocer todo eso. La primera vez que saqué un pasaporte fue para ir a Panamá. Ya sabía un poco de su música y su comida. La colección tenía entonces su magia que se convertía en realidad. Ya sabes que lo que escribo tiene un poco de todo eso, pero no funciona si no tiene la salsa que se llama Floriano Martins, especial solamente para mi culinaria, mi creación. Seguro que no sirve para más nada.

MI Al leerte se sabe que eres un poeta lleno de palabras, caudaloso y celebrador de la vida, la belleza y el placer. El erotismo es para ti celebración de la existencia y el cuerpo femenino —ya en tu plástica, ya en tu poesía— es un evento natural como el paisaje o la tormenta. Fuera de lo escrito, personalmente sé que eres un hombre que ríe y que sonríe, que gusta de vivir. Dejando fuera esta clara coherencia entre tú y tu obra, ¿cuál es la relación entre poesía y el mundo? ¿Cómo, poéticamente, te relacionas con la realidad?

FM La vaina tremenda del cotidiano. Me voy a la panadería, tengo buenas relaciones con el gerente del banco —aunque no le pida plata jamás—, cambio de carro cuando es necesario, tengo hoy la suerte de que mis hijos ya están crecidos y bien criados por mí, comparto mi vida con intensa afinidad con mi mujer, pero sobre todo he conquistado una condición valiosa: saber que a la realidad no le gusta mucho ser tratada como tal. Hasta aquí tenemos mi relación con ella, y me parece que lo que quieres saber es sobre el maridaje de mi poesía con ese personaje de la película de terror que se llama realidad, La Realidad (risas). Antes hay que preguntar lo que quiero con la poesía, y la tengo como un ejercicio de provocaciones que no alcanza nada si no despierta en uno la sensación de que le hace falta el piso. La sensación de asombro o desorientación en el arte me parece fundamental. No importa que se trate de un plan místico, sexual, político, sino que la resultante sea esa sensación de que aquí me hace falta algo. Un hoyo, un abismo, algo de mí que no comprendo. Es lo que busco en la realidad del arte, como creador o como espectador. Además la otra, la pobre musa de las películas trash,bueno, eso me recuerda una observación de Francis Bacon al decir que Magritte trastocaba la concepción usual de la realidad de manera que la hacía más perceptible. A veces la realidad está simplemente flotando en el aire, y el arte lo que puede hacer es decirle cuán real es.

MI Antes de ser poeta fuiste músico y siempre has sido un notable lector. ¿Cómo ha cambiado, de antes a ahora, tu relación con tu arte y con el arte en general? ¿Cómo resultan los reencuentros con obras de arte que alguna vez te sobrecogieron al contemplar o crearlas?

FM No me venga con la mala hierba del pasado. La música siempre fue parte de mis obsesiones. En la juventud me creía músico, lo que traigo felizmente al recuerdo por dos razones: la amistad que hice con músicos, algunas la mantengo hasta hoy y son de las más importantes de mi vida, y la vivencia entre ellos, el ambiente, teatros, bares, ensayos, todo eso enriqueció mi vida. Pero el arte es siempre un reflejo de la celebración de la vida. Ya sabemos que he comenzado bien, afortunadamente bien, con toda la improvisada disciplina de la multiplicidad. Ya no recuerdo dónde leí a alguien diciendo que no creía en la lectura, sino en la relectura. Bueno, estoy de acuerdo, pero al mismo tiempo no creo en reencuentros, sino en encuentros. Hace poco en Cincinnati estuve frente a una obra de El Greco que había visto en libros por toda mi vida. No puedo decir que haya sido un reencuentro. Cuando estuve en Bilbao hace pocos años dentro de una amplia retrospectiva de Calder, por ejemplo, igual. Es como besar. Es lo que Borges no comprendía: es el mismo pero es otro. Pero también indagas sobre las obras creadas. Mi espíritu crítico comanda la fiesta y la primera sensación que tengo es la de encontrar un error mío. Soy adicto a eso: descubrir errores. Por eso finalmente descubro lo que me ha interesado más en Sade que en Lautréamont: la fijación del primero por desvelar errores.

MI A diferencia de lo que es costumbre de los poetas actuales, jamás te has dedicado a la academia. Sin embargo has sido invitado a la Universidad de Cincinnati como profesor residente para dar un curso sobre surrealismo y vanguardias, al lado del poeta Armando Romero. Según sé, esta experiencia con la academia no ha sido dolorosa. ¿Cuál ha sido, pues, la historia de tu distancia con la academia, y cuál es tu evaluación de la experiencia en Cincinnati?

FM Yo no creo en poetas actuales. Los poetas son esencialmente inactuales. La academia no es propiamente dolorosa. A mí siempre me pareció más inútil que dolorosa. Yo creo en el aporte útil a la sociedad del escritor. Cierta vez he protagonizado una pelea, en un periódico en mi ciudad, con gente de la academia porque yo afirmé que esa gente era literalmente financiada por la comunidad y no le retribuía el beneficio de su supuesto saber adquirido. Es la cosa enfermiza de la mentalidad de semidioses. Estados Unidos tiene una particularidad en ese tema. Yo no tengo formación académica, pero tengo mi comprobado saber en el área en que trabajo. Las universidades en Estados Unidos aceptan mi comprobación de saber, valoran la realidad expresa en mi currículo, sin importarles las fuentes de mi conocimiento. Tú sabes que eso es imposible en nuestros países, adictos de las formas más sospechosas de promociones. La experiencia en Cincinnati fue reconfortante en el sentido de que se puede buscar en Estados Unidos otras oportunidades de seminario. La misma UC (University of Cincinnati) podría —como cualquier universidad— mejorar su lectura de la literatura de lengua española, actualizándola en términos de tiempo histórico y también buscando relaciones más estrechas con las culturas hispanoamericanas. La dirección de UC podría mejor invitar su núcleo de maestros a configurar los temas de cada periodo, para que los estudiantes, jóvenes como son y muy interesados en el estudio, descubran el puente posible entre la literatura clásica y contemporánea.

MI Atípicamente, eres un poeta que usa con destreza los medios electrónicos para la promoción de la literatura en general y de tu propia obra. Has fundado y dirigido revistas literarias completamente electrónicas que ahora son un referente en América Latina, y recientemente abriste una nueva cuenta de Facebook por tener ya cinco mil personas agregadas en la cuenta regular. Por estos medios y otros muchos eres un gran promotor cultural que además prepara libros, elabora antologías, escribe prólogos, etc. ¿En qué momento se puede hacer todo y cómo compaginar con ello las labores del artista?

FM ¿Esto es una propuesta de matrimonio? (risas) La pasión está por sobre el tiempo, es lo que siempre he pensado. Hace pocos días en una película alguien contesta una pregunta de igual naturaleza afirmando que la razón es que no tiene vida personal. Yo creo que siquiera la esquizofrenia puede ser tratada como vida impersonal. Lo peor de nuestro tiempo es el abismo que nos impusieron de que ciertas profesiones llevan una vida impersonal, como los políticos. Tal vez los farsantes son los que llevan una vida más personal que los demás, justamente por la comprensión de los mecanismos de despersonalización. Yo no creo en falta de tiempo. El tiempo es una medida de nuestra relación con el mundo. Si me hace falta el tiempo, es que me hace falta algo en mí. Por supuesto que no pienso en las 24 horas de los relojes.

MI Luego de hablar de medios de comunicación que involucran miles de personas te pregunto algo que jamás desaparece, ¿qué hace un artista con su soledad? ¿Cómo es en ti la soledad del artista?

FM Es una dimensión muy peligrosa, especialmente por su ambigüedad. La mano con que se nos regala una cosa puede ser la misma con que se nos toma otra. Hay la frivolidad de la soledad. Hay la angustia de la soledad. Yo creo que nuestro tiempo tiene una idea confusa acerca de la soledad, dada por la estrategia de mercado de llenar la vida de sus clientes de oportunidades… de mercado. Es que vendemos de todo, lo único que hacemos hoy es vender cosas. Para la soledad, pastillas o recreaciones. Pero la soledad es una tecla explosiva en el ser humano. La soledad es un poco como la mamá del individuo. Es lo que creo que más hace falta en el arte actualmente.

MI El problema del tiempo ha sido abordado desde siempre como tópico poético. En tu poesía y en tu plástica se conjuntan la eternidad y el instante en la experiencia erótica, amorosa, siendo la materialización de ésta el cuerpo femenino o su observación. Sin embargo, quiero preguntarte aquí por otro tipo de tiempo, fuera de la literatura, o acaso dueño de ella: ¿qué opina Floriano Martins que pasará con su obra, cómo será leída su poesía en el futuro? Sobre esto mismo, ¿cómo lees al Floriano anterior? ¿Cómo cambia el tiempo a tu poesía?

FM No cuentes con verme dominado por la trampa de la presunción, querido. Sería absolutamente tonto decir que pasará con mi obra en el futuro. En general tomará el curso de buena parte de las obras, el camino de la desatención. En mi país, sobre todo. Pero no puedo tener ese tema entre mis preocupaciones. Observo lo que ha pasado con los demás, con muchos poetas con distintos grados de importancia, y simplemente no quiero preocuparme con eso. Lo que puedo es tratar de mirar mis exigencias, afinar mis obsesiones, lo que me lleva a buscar mejores definiciones estructurales para mis libros, cambiar versos, rever imágenes, etc. La misma experiencia erótica que mencionas, por ejemplo, está poseída por varios fuegos a lo largo de los últimos quince años, desde su acento místico en un librito publicado en 1992, Sábias Areias (Sabias arenas), hasta la relación buscada actualmente de establecer un romance entre la figura y el paisaje.

Pero aquí te cuento una cosa. Este libro, Sabias arenas, ya en su título nos lleva a una curiosidad. Es que en Brasil ya se puede hablar de una tradición de juego de palabras, trocadillos o canjes irresponsables de sonidos de pronto risibles pero sin aporte crítico o discusión aceptable. Como una broma, pero que puede llegar hasta un grado de influencia que comprometa la comprensión en serio de su objeto. Y ya no sabemos de que reírnos. El chiste tiene un principio, sus reglas, su disciplina. Pero en Brasil tratamos de manera irresponsable al trocadillo, como si fuera la subversión de todo, incluso del mismo trocadillo. Cuando algo llega hasta este punto, lo que se comprende es que ya no sabe nada de sí, y pasa a copiar los manuales… de chistes, de obsesiones, de todo. Si no hay sentido en nada, pasemos a la gran revolución: crear una sociedad absolutamente sin sentido. Todavía no llegamos a eso en Brasil, pero si fuera por nuestros artistas, sobre todo la gente de las letras, ya seríamos pura ficción.

MI Comprendo lo que dices, pero no entiendo cómo salió todo eso del título de tu libro, Sabias arenas.

FM Es verdad, el trocadillo no percibido del título es lo que le da sentido (risas). El adjetivo en portugués (sábias) corresponde al sustantivo (sabbia) en italiano, o sea, es una trampa en que las arenas se mueven por toda parte. Todavía más que un juego de palabras, nos lleva a una relación circular relacionada con la misma estructura del libro, una serie de mantras que asumen la forma de décimas, sugestiva relación entre la lírica de oriente y occidente. Es un libro curioso también porque trata de la conflictiva relación —incluso amorosa— entre el poeta y su madre. Lo que digo es que nada fue comprendido en este libro. Un crítico en España, Jorge Rodríguez Padrón, fue el único a señalar las relaciones aquí referidas. Evidente que no digo que el problema de la realidad brasileña tenga que ver con su mala recepción de mis libros. Mi referencia arriba tiene que ver con cosas que asumen una connotación cada día más grave. Escenario en que nadie me parece interesado en siquiera comentar a respecto.

MI Me consta la existencia de poetas jóvenes que te leen y admiran. Es quizá porque tu actitud poética y vital es plenamente juvenil, fresca, sin dejar de tener una raíz en cada una de las tradiciones de las que abreva tu poesía. A pesar de saber que es un lugar común, no rechazo preguntarte, ¿qué consejo darías a los poetas jóvenes?

FM ¿En serio? Reservaste al final de la entrevista la peor impresión que los lectores puedan tener de mí. Lo que soy es toda mi vida. Yo no pienso jamás en el personaje, no llevo una vida en función de él, el tipo que escribe, que es famoso, que es mayor, no importa. Hace 53 años que tengo la misma edad (tal vez un poco menos hoy), lo que quiere decir que acompaño con naturalidad mis altos y bajos, el rostro sincero de cada sensación, todo. Lo mejor que puedo decir a un joven poeta es que si acaso nos encontramos trate de pagar la cerveza. ®

[Cincinnati, Fortaleza, abril de 2010

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